La posición del Imamato en el Islam

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🍀 Nuestra creencia acerca de obedecer a los Imames
 
Nosotros creemos que los Imames son las autoridades a las que Dios ha ordenado obedecer (9).
 
Ellos son testigos sobre la gente**(10)
 
Ellos son las puertas de Dios, el camino hacia Él, los guías hacia Él, los tesoros de la ciencia de Dios y los que explican Su Revelación. Ellos son las bases de su Monoteísmo o Unidad Divina y son los tesoreros de su conocimiento. Por eso, como dice el Profeta (PBd):
 
“Ellos son guardianes repeledores de los demonios para la gente de la tierra, tal como las estrellas fugaces lo son para la gente del cielo”.
 
📝También ha dicho:
“Ciertamente el ejemplo de ellos en esta comunidad es como el del Arca de Noé: quien los aborda, se salva, y quien se les opone, resulta ahogado y perdido”.
 
📖Sobre ellos fue revelada la siguiente aleya:
«Son siervos dignos. Dejan que Él sea el primero en hablar y luego obran siguiendo Sus órdenes»
Corán: “Los profetas”; 21:26-27
 
Ellos son aquellos a quienes Dios ha librado de toda mancha, y ha purificado por completo(11)
 
Nosotros creemos que sus órdenes son el mandato de Dios y sus prohibiciones son lo que Dios ha vedado; obedecerlos a ellos es obedecer a Dios y desobedecerlos es desobedecer a Dios; ser amigos de ellos es ser amigo de Dios y sus enemigos son enemigos de Dios.
 
No está permitido rebelarse contra ellos ni rechazarlos, porque ser rebeldes a ellos es como ser rebelde al Mensajero, y rebelarse contra el Mensajero es como rebelarse contra Dios Altísimo.
 
Por lo tanto, es necesario y obligatorio someterse a ellos, acatar sus mandatos y adoptar sus palabras poniéndolas en práctica.
 
Por eso es que decimos que los mandatos de la religión no piden bebidas sino de la fuente de su agua pura y saludable —es decir de la fuente del conocimiento de ellos—, y no es correcto tomarlos sino de ellos.
 
Ningún responsable quedará libre de su carga consultando a otros en lugar de ellos ni podrá quedar tranquilo por lo que hay entre él y Dios sobre el cumplimiento de los mandatos obligatorios excepto siguiendo el camino de ellos.
 
Porque ellos son el Arca de Noé: quien los aborda, se salva, y quien los rechace apartándose de ellos, resultará anegado en este mar confuso lleno de olas de ambigüedades, desvíos, pretensiones y litigios.
 
Nuestra intención al hablar sobre el tema del Imamato en esta época no consiste en afirmar que ellos son los sucesores legales y los merecedores de tener el poder y gobernar de parte de Dios. Este tema no es importante ahora, pues su momento ya pasó, y con afirmar esto no regresamos a la época de ellos para restituirle el derecho de gobernar que fue quitado de su gente.
 
Lo único importante para nosotros es lo que hemos mencionado sobre la obligación de consultarlos respecto a adoptar los mandatos religiosos de Dios y alcanzar lo que ha traído el Noble Mensajero de la manera exacta en que lo trajo.
 
Tomar los mandatos de los narradores y eruditos (muytahidin) que no bebieron de sus fuentes ni se alumbraron con su luz sin duda que está alejado del camino correcto y de la verdad.
 
Y en este caso, el responsable no puede quedarse tranquilo de saldar su deuda respecto a las obligaciones impuestas sobre él por parte de Dios. Es decir, no tiene la certeza y la seguridad de haber cumplido con su deber hacia Dios.
 
Porque la divergencia existente en las opiniones de los distintos grupos y doctrinas respecto a lo que corresponde a los mandatos religiosos es tal que no hay ninguna esperanza de resolverla o de lograr un consenso completo.
 
Así, el responsable no tiene la opción de elegir y consultar a cualquier doctrina o escuela que desee o cualquier opinión que escoja, sino que debe investigar y buscar hasta obtener y concretar la prueba cierta entre él y Dios Altísimo.
 
Luego debe seleccionar una doctrina definida con la cual tenga la certeza de poder alcanzar los mandatos divinos y así se libere de su responsabilidad respecto a los mandatos obligatorios.
 
Porque así como él tiene certeza de que existen mandatos obligatorios sobre él, también debe tener certeza de haber saldado su deuda. Pues, como dicen los sabios de Metodología de la Jurisprudencia Islámica (Usulul fiqh), la certeza sobre nuestra responsabilidad respecto a los mandatos conlleva la necesidad de obtener certeza sobre su cumplimiento total.
 
El argumento cierto indica que es necesario consultar con la Gente de la Casa del Profeta. Ellos son los principales consultorios después del Profeta respecto a los mandatos revelados. Al menos consideramos su palabra —con él sea la mejor de las paces—:
 
“Dejo entre vosotros aquello que si os aferráis a él, nunca os extraviaréis después de mí. Son dos cosas de gran valor (dos joyas preciosas o dos cosas de mucho peso): una es más grande que la otra. Son el Libro de Dios, que es una cuerda extendida entre el cielo y la tierra, y mi familia, la Gente de mi Casa. Sabed que ellos dos nunca se separarán hasta encontrarme en la Fuente (Al Haus, en el Día del Juicio Final)”.
 
Sobre esta tradición están de acuerdo tanto los sunitas como los shiítas. Luego, observando atentamente este dicho, uno puede encontrar aquello que lo complazca, cuya base y sentido lo asombre. ¡Qué amplio y elevado es el objetivo de la frase “si os aferráis a él nunca os extraviaréis después de mí”!
 
Entonces, lo que nos ha dejado el Profeta son dos joyas juntas o unidas, a las cuales hizo como una única cosa. Y no es suficiente aferrarse a una de ellas, sino que hay que aferrarse a ambas para no extraviarse nunca después de él.
 
¡Qué claro es el sentido de la frase “Ellos dos nunca se separarán hasta encontrarme en la Fuente”! Entonces, quien las separa y no se aferra a ambas a la vez no puede encontrar la Buena Dirección. Por eso ellos —la Gente de la Casa— han sido mencionados en los dichos del Profeta como “el Arca de la salvación de Noé” y “los guardianes de la gente de la tierra”.
 
Quien se aparta de ellos se ahoga en el abismo del extravío y no hay para él la seguridad de la aniquilación.
 
Interpretar y explicar estas palabras como referidas al amor a ellos y nada más, sin que sea necesario adoptar sus dichos ni seguir sus conductas, es escapar de la verdad. Y el principal factor de este escape no es sino el fanatismo y la negligencia en la correcta interpretación de una frase y unas palabras en árabe muy claras, directas y simples de entender.
 
🍀 **Nuestra creencia sobre el amor a la Gente de la Casa del Profeta Muhammad pb**
 
📖Dice Dios Altísimo:
«… Di: ‘No os pido remuneración alguna, excepto el amor a mis parientes’…»
Corán: “La consulta”; 42:23
 
Nosotros creemos que además de ser obligatorio aferrarse a la Gente de la Casa, también es obligatorio para todos los musulmanes hacer amistad con ellos, tomándolos como amigos. Porque Dios en la mencionada aleya ha puesto la amistad con la Gente de la Casa como la única retribución de los musulmanes hacia el Profeta.
 
Además, nos han llegado numerosas narraciones de parte del Profeta (PBd) diciendo que el amor a ellos es un signo de la fe y el odio hacia ellos es un signo de la hipocresía, así como que aquel que los ama, ama a Dios y a Su Mensajero, mientras que aquel que los odia, odia a Dios y a Su Mensajero.
 
Más aún: el amarlos es considerado como uno de los requisitos básicos de la religión islámica sobre el cual no se puede discutir ni tener dudas. Los musulmanes en general, de diversos grupos y opiniones, están de acuerdo sobre este tema, excepto un pequeño grupo que se han considerado como enemigos de la Gente de la Casa y se llamaban nauasib.
 
Ellos izaron la bandera de la enemistad con la familia de casa de Muhammad, y por eso se consideran como negadores de uno de los requisitos básicos del Islam confirmado como cierto.
 
Quien hace esto es como quien niega la oración o la caridad (zakat); y quien hace esto, es como quien niega la Profecía y la misión de Muhammad, aunque externamente declare y reconozca los dos testimonios de fe: testimoniar que Dios es Único y testimoniar que Muhammad es Su Mensajero.
 
Por eso, el odio hacia la Gente de la Casa es uno de los signos de la hipocresía, mientras que el amor a ellos es uno los signos de la fe. También es por eso que odiarlos a ellos es odiar a Dios y Su Mensajero.
 
No es posible que Dios Altísimo haya ordenado el amor a ellos porque son merecedores del amor y la amistad, debido a sus cercanías con Él —Glorificado sea— por la jerarquía de ellos ante Él y por su purificación, de la asociación, la desobediencia y de todas aquellas cosas alejadas de su generosidad y su complacencia.
 
Es imposible suponer que Dios obligue el amor hacia quien comete pecados o no lo obedece como corresponde. Porque para Él no hay parentesco ni privilegio alguno con nadie, y la gente delante de Él no son más que siervos creados de la misma manera y todos iguales. Solo el más noble ante Él es el más piadoso de ellos.
 
Por lo tanto, cuando Él hace obligatorio para la gente el amor hacia alguien, esta persona debe ser la más piadosa y la mejor de todas. De lo contrario, otro sería más digno que él de esa amistad, o bien Dios estaría prefiriendo a uno sobre otro en la obligación del amor en vano, sin que sea merecedor ni digno de esto, lo cual es absolutamente imposible para Dios.
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Notas
(9)Dice Dios Altísimo en Su Sagrado Libro:
«¡Oh, creyentes! ¡Obedeced a Dios, a Su Enviado y a aquellos de vosotros que detentan la autoridad…»
Corán: “Las mujeres”; 4:59
(10).Dice Dios —Exaltado sea—:
«De este modo, os hemos hecho una comunidad moderada tal como vuestra orientación es moderada, a fin de que seáis testigos de los hombres…»
Corán: “La vaca”; 2:143
El Imam Sádiq (P) ha dicho (Al Kafi, tomo I, pág. 146):
“Nosotros, la Gente de la Casa, somos la comunidad moderada y nosotros somos testigos de Dios ante Su creación”.
(11).Dice Dios Altísimo:
«… Dios solo desea alejar de vosotros toda impureza, ¡oh, Gente de la Casa!, y purificaros totalmente»
Corán: “La coalición”; 33:33
 

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